Y te sueño, aun estando despierto, sueño con soñarte.
Sueño con soñar tu aroma y que el olor de tu piel me haga dormir aun más profundo.
Y de esa manera soñarte mas, soñarte mejor. Soñarte como tú te mereces.
Soñar que te tengo, que te respiro, que te siento, que resbalo sobre tu suave piel mientras mis manos sueñan con cada curva de tu cuerpo. Soñarte vestida para despojarte de la carga de la tela mientras sueño tu mirada reflejada en mis ojos, o soñarte desnuda y que mi boca sueñe tu sabor.
Sueño con estar encima de tu tibio cuerpo y notar el ascenso del calor, o con estar debajo y tú notes mi cambio de temperatura. En ocasiones sueño con el roce de tu pelo y eso desata mis sueños, sueños en los que juego con todas y cada una de las partes de tu cuerpo. Otras veces sueño con un simple beso. Sueño tus labios sobre mi piel desnuda, tal vez sobre algún punto de mi cuello. Una vez soñé con tu ombligo y le di tantas vueltas que hasta mi lengua se mareó. También he soñado con tus piernas, esas que cortaban mis sueños a cada paso. Y aquella visión me llevó a soñar con tus caderas, con verlas agitarse enfurecidas sobre mi vientre mientras tu espalda se arqueaba. Incluso he encontrado sueños entre tus pechos, al abrigo del calor de mi deseo, sueños húmedos, cálidos…sueños perversos. Son sueños parecidos a los que tengo con tus muslos, esos que acarician todos los extremos.
Y soñarte es en sí mismo un sueño. Un sueño del que siempre despierto, y con el que volver a soñar espero.
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