Se lo merecía… si, tienes razón, si, si… eso es, se lo merecía, no hay duda, pero tal ved… en que estas pensando, no seas tonto, el mismo se lo busco con su forma de ser con los demás, ¡o a caso has olvidado...!… ¿cómo se me va a olvidar algo como eso? No, no me refería a eso. Solo pensaba que tal vez… ¿tal vez qué? no digas tonterías, el sufrimiento que ha padecido este pobre infeliz no es más que el justo pago a toda una vida carente de piedad alguna, créeme, recuerda...solo estamos tu y yo… lo sé, lo sé.
La sombra salió de la penumbra en la que se encontraba para dejarse acariciar fugazmente por los tibios rayos de luz que manaban de una luna completamente llena. Se detuvo un instante delante del cuerpo para mirar aquel rostro inexpresivo que dormía plácidamente ajeno al fin que le esperaba.
Giro su cabeza para fijar una imagen de aquel escenario en su mente y reanudo sus quehaceres. Se arrodillo frente al cuerpo inerte que se hallaba tumbado en la hierba y tanteo ligeramente el suelo en busca de sus "herramientas". Guardo en una bolsa de tela negra las ropas del cadáver mientras observaba el paisaje.
El parque estaba desierto a esas horas, solo un par de vagabundos, que se afanaban en conseguir convertir los bancos del parque en camas sobre las que acurrucarse para protegerse luego con unas cuantas páginas de periódico en busca de algo de calor en las frías noches de invierno, enturbiaban la calma de la noche. Los matorrales que se encontraban a su izquierda lo mantenían a salvo de posibles miradas indiscretas, lo cual resultaba indispensable para su cometido.
El brillo de la hoja de su daga lo sacó de su mundo de fantasía devolviéndolo a la cruda realidad. Tenía que darse prisa, casi había amanecido y todavía le quedaba trabajo por hacer. Pronto regresaría a casa y encontraría la paz que tanto ansiaba, aunque sabía que no sería eterna, y que antes o después volvería aquella sensación,… volvería a matar.
La sombra salió de la penumbra en la que se encontraba para dejarse acariciar fugazmente por los tibios rayos de luz que manaban de una luna completamente llena. Se detuvo un instante delante del cuerpo para mirar aquel rostro inexpresivo que dormía plácidamente ajeno al fin que le esperaba.
Giro su cabeza para fijar una imagen de aquel escenario en su mente y reanudo sus quehaceres. Se arrodillo frente al cuerpo inerte que se hallaba tumbado en la hierba y tanteo ligeramente el suelo en busca de sus "herramientas". Guardo en una bolsa de tela negra las ropas del cadáver mientras observaba el paisaje.
El parque estaba desierto a esas horas, solo un par de vagabundos, que se afanaban en conseguir convertir los bancos del parque en camas sobre las que acurrucarse para protegerse luego con unas cuantas páginas de periódico en busca de algo de calor en las frías noches de invierno, enturbiaban la calma de la noche. Los matorrales que se encontraban a su izquierda lo mantenían a salvo de posibles miradas indiscretas, lo cual resultaba indispensable para su cometido.
El brillo de la hoja de su daga lo sacó de su mundo de fantasía devolviéndolo a la cruda realidad. Tenía que darse prisa, casi había amanecido y todavía le quedaba trabajo por hacer. Pronto regresaría a casa y encontraría la paz que tanto ansiaba, aunque sabía que no sería eterna, y que antes o después volvería aquella sensación,… volvería a matar.
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