A mis ojos llega la noche, sigilosa y tímida, los vientos de la luna acunan mi corazón cansado y ofrecen descanso al alma agitada arrastrándome hasta un mundo al que los poetas siempre dedicaran sus cantos.
En el mis deseos juguetean en el prado de los sentidos, corren libres entre flores de sentimiento y se detienen para presenciar la cascada de palabras que se precipitan al vacio de la mente por carecer de significado.
La mente disfruta de los placeres que el recuerdo sirve con su mejor sonrisa, olvidándose por unas horas de la consciencia que reina su vida y permitiendo que el corazón se caliente con el fuego que se agita en el fondo de cada una de las miradas compartidas
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