El aroma de un recuerdo rozó una de las espinas de su esbelto cuerpo cayendo herida al suelo, provocando el amargo grito del descuidado lamento y llenando los huecos del Tiempo con vientos de tormento. "Lo siento", dijo la hermosa Rosa arrugando el gesto, "no es dañarte lo que pretendo".
Salió el Olvido de su escondrijo ofreciéndose a arreglar los sucedido, "deja que te ayude y borraré lo acontecido".
La Rosa dudo, el tiempo se estremeció y el viento ceso.
La Razón, que estaba escuchando en silencio alejada de los sentimientos que transportaba el Viento se acerco hasta ellos y al oído de la Rosa susurró: "no te creas sus cuentos, renunciar a los recuerdos es lo que ha vuelto locos a tantos cuerdos".
"Gracias por el consejo" le contestó a la Razón, "y tu vete lejos, busca al Desconcierto y no regreséis a mi ninguno de los dos" le dijo al Olvido, "pues es mejor añorar lo perdido que no recordar su ilusión"
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