La noche llegó,
y de su mano apareció mi destino
subido a unos zapatos de tacón alto
y con una sonrisa por vestido.
Abrió con sus labios mis sueños olvidados,
esos que guardaba en un cajón de mi locura
y dejó libres todos aquellos segundos
en los que soñé que su piel recorría.
Quería perderme en sus labios,
tal vez esconderme entre sus piernas…
o quizás desprenderme de ese calvario
que era mi cama cuando ella no era mía.
La noche llegó,
y ella trajo consigo sus caricias
en un baúl de terciopelo negro
Que dos estrellas acercaron hasta el balcón.
Jugamos a escondernos de la vida,
a regalarnos cada momento
en el que el placer nos invadía.
Mi lengua saboreó cada palmo de tu piel
mientras la suya se aprendía mi cuerpo
y las horas se negaron a traer el amanecer
para concedernos así más tiempo.
La noche llegó,
Y yo soñé que aquello realmente había pasado,
que tus manos andaron y desandaron mi piel…
Soñé que estabas a mi lado.
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