Una vez más, sobrevuelo el silencio y revoloteo en el viento
en busca de lo que no encuentro a ras de suelo.
Las letras me emborrachan el alma,
los agujeros de mi tiempo se retratan en baladas de lamento
que consumo con cada nueva calada.
Amanece, que no es poco,
y siento desvanecerse la realidad cuando la verdad se encuentra con mis ojos
como boceto de un sueño sin retorno.
Recojo los trozos de un recuerdo que ayer me mecía entre sus cálidos momentos
y desgranaba las arenas de mi tiempo a su antojo.
Con eso y un trozo de deseo comienzo a caminar
entre una lluvia de esas miradas
que mientras andas notas como si tu interior empaparan.
Una sonrisa me acaricia y sacia mi agonía de igualdad,
una palabra sorda, furtiva y fugitiva, es la que siempre consigue romper mis cadenas
y hacerme escapar de un mar cuya danza cautiva
si te dejas por sus sirenas alagar.
Tropiezo con ese sentimiento y empieza a temblar mi fiabilidad,
mi capacidad de mantenerme recto sufre un impás
que me hace dudar de que ser "el cuerdo" pueda llegar realmente a importar.
Retuerzo el camino cuando esquivo la mentira
que camina sin mirar a los ojos,
la espalda es lo único que le otorgo
al que solo busca dañar.
Solo persigo la verdad.
Las agujas danzan en un reloj que las horas no marca,
que pierde su sentido cuando la sinceridad mi mirada embarga
y mis aguas calma.
En un tiempo en el que los contenedores están llenos de ilusiones rotas
encontrarse con un ser verdadero es cosa curiosa
y por ello cuando lo veo me intereso por su historia y me alimento de su pensamiento.
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