Cuando presiento un cambio me encierro a oscuras en mi mente para intentar salvar todo lo necesario antes de que el tiempo pueda hincarle el diente sin reparo.
Cuando sueño con un legado imagino a un niño, sobre las rodillas de su padre sentado y preguntándole por el pasado, rogándole que le cuente aquella vieja historia que tantas veces le ha contado.
Pero que importa el pasado si el presente es un regalo, si es una página en blanco que la vida nos entrega cada día para que pintemos, para que finjamos que sabemos lo que queremos o que valoramos lo que encontramos.
Esa es la salida cuando una mente confusa confunde y confiesa que el mundo la aturde, cuando un sorbo de vida se paga con una sonrisa, cuando un gramo de aliento se consume sin quererlo.
Esa es mi droga más dura, escribir sobre lo que siento, y siento que vuelo cada vez que aprendo a desanudar sentimientos complejos.
Esa es mi tortura, intentar escribir las palabras justas que colgadas en el viendo viajen con ternura de momento en momento hasta llegar al lugar donde las historias perduran, ese lugar en el que se crean los besos sinceros.
Esa es mi locura, pues por mucho que escriba creo que nunca estaré satisfecho...soy como el loco que intenta abarcar con sus cortos brazos el inmenso cielo.
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