Cuando la noche acecha y no alcanzas a escuchar tu voz,
Cuando todos los bares cierran y sigue con sed tu reloj,
Cuando te miras en el espejo y no reconoces el reflejo en su interior...
Y escuchas en el silencio palabras mudas que hablan de vacios encerrados en cajas oscuras...
Y hoy me siento en el balcón de mi destino
A recordar que una vez alguien me dijo
Que lo bueno se transforma
Para ser más difícil de ver.
Hoy me conformaré con saber que existo...
En un comentario colgado en el viento
Que se agita cuando una mariposa bate sus alas.
Cuando las aceras llenas de miradas vacías se arrastran
Y las palabras se gastan, se amargan...
Cuando el abismo se ensancha y se separa el corazón de la garganta...
Cuando duermes despierto...
Cuando vuelas sin alas...
Y si la voz de la duda deja de ser la estrella invitada,
Y si no brota la música del alma...
Yo me conformaré con saber que existo;
Con recordar que una vez alguien me dijo
Que lo bueno vuela bajo
En el radar del querer...
Yo me sentaré en el balcón de mi destino...
Para intentar ver desde otro punto de vista que no consista en dejarme perder,
Rebuscar en las sombras el brillo de esa luna que ahora no alumbra.
No querer, simplemente saber.
Tan solo ser
Y si las sonrisas han huido
Dejando tras de sí tan solo el frio,
Y si el peso del alma no flota en un vaso vacio
O la suma de lo ganado no eclipsa lo perdido...
Me sentaré en el balcón de mi destino
Para comprobar que sigo vivo.
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