Noches esgrimiendo palabras,
días con duelos de versos al alba,
tiempos discretos cargados de miradas
en los que el tiempo se posaba suavemente sobre el alma.
Remendábamos sueños en los que te inventaba
cuando te añoraba en los silencios
con la intención de volver a jugar a ese juego que ya no recordaba.
Los segundos, sinceros,
rodeaban cada momento,
las paradas de los recuerdos estaban abarrotadas
y yo me sentía yo tan solo con que me hablaras en silencio.
Acunábamos sonrisas tan sinceras
que dolía mantenerlas guardadas
y su sonido alegraba el viento
que en cada aliento descansaba.
Conocerte fue un misterio
de esos que te enganchan a medida que lo desentrañas...
el inicio de esa melodía que tu vida cambia
cuando tu corazón atrapa
y agita ese complejo sentimiento con el aleteo de sus alas.
Descomponerte todo un reto,
recortar tus pensamientos
para guardarlos en cajas de silencio
y hacerte un fiel reflejo cada vez que nos encontrábamos en el tiempo.
Y buscaba por los rincones
esas palabras que describieran aquellas sensaciones
que tenía ya olvidadas,
intentaba que la luna contestara
todas esas preguntas mudas que mis sentimientos tenían secuestradas...
pero no encontraba nada que le hiciera mérito
a lo que mi cabeza expresar deseaba.
A día de hoy sigo sin encontrarlas.
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