Un día, mientras estas de compras, recibes un mensaje mío, "¿quieres ser mi esclava?", la pregunta te pilla por sorpresa pero el calorcito que empiezas a sentir subiéndote por las piernas te convence para mandarme un mensaje aceptando. Yo te digo que si quieres ser mi esclava necesito una prueba de tu obediencia y te ordeno que entres en una tienda y en el probador te quites las bragas, me mandes una foto de tu sexo y guardes después las bragas en tu bolso. Quiero que andes sin bragas hasta que vengas a casa. Tu obedeces por que empiezas a sentir curiosidad mezclada con excitación por saber lo que te estoy preparando...entras en la primera tienda que encuentras y tras coger un par de prendas de ropa para disimular y te metes en el probador para bajarte los pantalones y notar como tus bragas han empezado a humedecerse un poco. Cuando te las has quitado las guardas en el bolso y sacas el móvil para hacerte la foto, pero cuando abres las piernas para mostrármelo bien abierto una de tus manos no puede evitar acariciar levemente tu ingle lo que hace que te entren unas ganas locas de jugar un rato y así me lo haces saber en el mensaje que me mandas. Yo te contesto que dejes de tocarte, solo podrás hacerlo cuando tu amo, ósea yo, te lo diga. Tu obedeces aunque para entonces tus muslos ya resbalan y te vuelves a poner los pantalones para salir de la tienda mientras notas las costuras rozando tu entrepierna...mi mensaje tarda un poco en llegar y tus calores empiezan a hacer que te muerdas el labio de vez en cuando. Quiero que vayas a casa y en el ascensor te quites también el sujetador. Tu estas ansiosa por saber lo que voy a hacer contigo y aceleras para llegar a casa cuanto antes ya que no estás segura de poder aguantar sin tocarte...cuando entras por la puerta de casa todo está a oscuras y oyes mi voz desde el salón diciéndote que vengas y me des tu sujetador y tus bragas para comprobar que eres una buena esclava, y así lo haces. Te digo que te acaricies los pezones hasta que los tengas bien duros para que pueda verlos marcados en tu camiseta. Después quiero que te la quites y te des la vuelta con las manos a la espalda, tu obedeces y me acerco a ti poniendo mi paquete contra tus manos, mientras te digo al oído, después de lamer tu cuello, que como se te ocurra mover las manos te quedas sin lo que notas a través de mi pantalón. Tú te muerdes el labio de las ganas que tienes de tirarme en el sofá y comértela entera mientras yo me arrodillo a tu espalda para agarrarte bien fuerte el culo y abrirlo para meter mi lengua bien adentro... Después mis manos se encargan separar tus muslos para pasar el brazo entre tus muslos mojados y apretarlo bien contra tu entrepierna y obligarte a que muevas tu culito adelante y atrás. Después me levanto para pegarme a ti y llegar hasta tu cono rodeándote con los brazos, haciendo que te inclines ligeramente hacia delante y abro tus labios para poder jugar bien con tu clítoris. Una vez te oigo empezar a suspirar me separo de ti y te digo que te tumbes boca abajo sobre la mesa del salón, pero tu estas tan caliente que intentas darte la vuelta para tocarme, pero te veo las intenciones y te agarro de los brazos para evitar que lo hagas y acerco la boca a tu oído, a la vez que mi pantalón lo hace a tu culo para rozarse contra él, para decirte:" eso no es de buena esclava, debería darte unos azotes?"
Tu cuerpo se estremece con la idea y comienzas a caminar hacia la pequeña mesa de centro para tumbarte sobre ella. La superficie esta fría y un escalofrío recorre tu espalda haciendo que sin quererlo tu culo se ponga en pompa, momento que aprovecho para darte un azote." Eso por ser una niña mala", te digo, y me dedico a atar tus manos y tus tobillos a las patas de la mesa para que te estés quietecita.
Tus pezones se endurecen al contacto con el frio mármol de la encimera y te provoca un leve suspiro para llenarte más tarde de excitación.
Tus muñecas atadas a la parte delantera de la mesa, tus tobillos bien sujetos a cada una de las patas, haciendo que tus piernas se abran casi por completo y tu culo quede ligeramente elevado. "Bonitas vistas" te susurro al oído mientras te dejo comprobar, al acariciar mi pierna tu brazo, que estoy completamente desnudo y dispuesto a jugar contigo, a hacer que tus manos se aferren a la madera de las patas, a conseguir que cada poro de tu piel transpire placer.
Me retiro un poco para poder acariciar tu espalda con la yema de uno de mis dedos y me inclino para recorrer todo tu cuerpo desnudo con la punta de mi lengua, comenzando en tu cuello para resbalar por tus hombros y continuar bajando hasta llegar a tu culo, besar y lamer cada centímetro de él mientras mis manos aprovechan para agarrarlo con fuerza. Mi boca esta entretenida por lo que mis manos siguen su vertiginoso descenso paseándose por la cara interior de tus muslos y llegando a las rodillas, dónde mis labios vuelven a reunirse con ellas para terminar ese sabroso recorrido besando tus piernas, mordisqueando tus tobillos, apretándolos con dos dedos...y concluir desandando el camino con la punta de mis dedos para terminar acercando mi boca a tu oreja y morder tu lóbulo y escuchar lo que eso provoca en ti.
Vuelvo a separarme para ir en busca de un poco de hielo. Cuando regreso tu cuerpo se mueve ansioso, intentando liberarse de sus ataduras, pero te detienes en seco al notar el frio de un cubito de hielo en tus muslos. Tu cuerpo se estremece, pero dura poco debido a que estas tan caliente que el hielo se evapora rápidamente. Tu cuerpo vuelve a relajarse, a pesar de que el ritmo de tu respiración sigue en aumento, y giras la cabeza hacia uno y otro lado con la intención de ver donde estoy y que estoy preparando, pero me encuentro a tu espalda, dispuesto a hundir mi boca en tu entrepierna y disfrutar del movimiento de tu culo, lejos del alcance de tu mirada. Tus piernas se tensan y los dedos de tus pies ejercen más fuerza contra el suelo para que levantar mas tu culo y dejar paso libre a mi juguetona lengua, que se dedica a inspeccionar curiosamente, despacio y tomándose su tiempo, tu sexo, tus ingles, tus muslos...y consigue arrancarte otro jadeo de placer. No puedo ver tu cara, pero te imagino mordiéndote el labio para evitar gritar demasiado.
Una vez que compruebo que tus muslos están bien húmedos, con la mezcla de tu excitación y mi saliva, es hora de dejar que veas que no eres la única cuya excitación hace estragos en su cuerpo, por lo que me coloco delante tuya, con mi sexo erecto a punto de rozar tus labios. Intentas acercarte más a mí, a él, pero las ataduras no te lo permiten, lo que hace que tu deseo por comerme entero se dispare.
Me pides que te suelte, que te deje jugar a ti también... Yo te respondo que todavía no he terminado de jugar contigo, y que ahora empieza lo bueno.
Desato tus tobillos para que puedas apoyar las rodillas encima de la mesa y compruebo como tus caderas se mueven solas, con un ligero vaivén en círculos que me resulta hipnótico y me lleva a caer de rodillas detrás de ti deseando saborear todo aquello que veo. Y mi boca se pone a ello hasta dejar tu culo y tus piernas bañadas por mi saliva. Sujeto tus glúteos con mis manos y tiro de ellos hacia mí, haciendo que mi lengua se hunda aun más en tu interior, haciendo que morderte el labio no sirva para evitar que tu boca pida mas a través de suspiros entrecortados. Y decido darte aquello que pides, pero antes de soltarte del todo me pongo un condón para aprovechar a jugar un poco más contigo, para ponerte un poco más cachonda si fuera posible.
Entro en ti muy despacio, haciendo que apenas la sientas resbalar en tu interior, y salgo de la misma manera, dejándote con más ganas todavía. Tú gimes que no es eso lo que quieres, que estas deseando sentirla bien dentro, y por esta vez te concedo tus deseos haciendo que mis muslos suenen al golpear contra tu culo.
El primer susurro no tarda en convertirse en un grito de placer con la segunda acometida de mi miembro, y tras una tercera tus dedos se agarran a la mesa como queriendo hacerla astillas. Sigo de esa manera un par de minutos hasta que decido intensificar el ritmo, un poco más, otro poco mas...el sonido de los golpes inunda el salón y la mesa comienza a moverse de su situación original.
Tus piernas se tensan todavía más antes de relajarse al salir de ti para ponerme delante y observar como tu cuerpo se retuerce, como tus unas arañan la madera, como tus pechos se agitan sinuosamente.
Me agacho frente a ti y mientras nuestros labios se enzarzan en una lucha de placer te desato de la mesa.
Una vez libre te pones en pie y me acerco a tu oído, mientras tus manos juguetean ya con mi cuerpo, que te dejo hacer lo que más quieras en ese mismo momento.
Tus ojos se abren de par en par y me empujas hacia el sofá, haciendo que casi me caiga sobre él, para tirarte encima de mí y lamer todo mi cuerpo mientras me siento bien.
Después me besas el cuello mientras yo te como la oreja y sin saber cómo ya estas encima mío.
Te dejas caer sobre mis piernas, lo que provoca que tu espalda se arquee por el placer y mi mirada se vaya al techo, y comienzas con lo que hace un rato era un ligero viven de tus caderas. Solo que ahora te mueves como si montaras un potro salvaje, tus manos agarran mi pelo y las mías hacen lo propio para ver como nuestros ojos van y vienen, como nuestra lengua revolotea en la boca.
Poco a poco subimos un poco más el ritmo, yo empiezo a moverme en círculos debajo de ti, y enseguida llegamos al punto de no retorno, a ese punto en el que la razón vuela lejos dejando tan solo dos cuerpos consumidos por el fuego de un polvo salvaje y de un placer desenfrenado.
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