17 abr 2012

Una noche cualquiera

Era jueves por la tarde, llovía de tal manera que quedarse en casa era el mejor plan y así lo hizo ella. Disfrutaba de un poco de música y de un buen libro recostada en su cama levantando la cabeza para observar como explotaban las gotas de agua contra su ventana, "así es imposible hacer nada" pensaba justo en el momento en el que sonó su teléfono móvil. Tras cogerlo de encima de la mesita de noche y comprobar que era un mensaje de Él su memoria comenzó a hacer desfilar ante sus ojos las caricias de su último encuentro. La piel se le estremecía igual que aquella última noche cuando después de alcanzar un orgasmo que la hizo morderse el labio para no gritar El se dedico a acariciar cada centímetro de su piel mientras lamia su cuello y le repetía aquella frase que hacía que sus bragas se humedecieran: "me encanta hacer que te corras así" antes de darse cuenta noto como sus pezones empezaban a rozar la camiseta y vio su mano acariciando uno de sus muslos mientras le parecía sentir su aliento en la nuca antes de correrse en su interior mientras agarraba sus pechos con firmeza y la atraía hacia él.
Aparto aquellas escenas de sexo salvaje y leyó el mensaje que acababa de recibir.
"Buenas tardes niña, es una pena que el tiempo no nos permita quedar hoy, tengo ganas de jugar. Por cierto, te he enviado un paquete, pero no puedes abrirlo hasta mañana a la noche. No seas mala y no lo abras. Nos vemos"
El mensaje era un poco extraño, ¿que le habría enviado? ¿Por qué no podía abrirlo hasta mañana a la noche? Empezó a escribir la contestación cuando sonó el timbre. El repartidor le entrego el paquete que mencionaba el mensaje junto con una nota en la que ponía "no abrir hasta mañana".
"Ahora mismo acaba de llegar tu paquete, pero no sé si voy a aguantar hasta mañana. Lo intentare jaja. Por cierto, acuerdate de que mañana e quedado con mis amigas para salir a tomar algo, espero recibir una llamada tuya para quedar y...".
Pulso la tecla de envío y dejo el paquete encima de la mesa de su habitación para retomar su lectura, pero le era imposible dejar de mirar, aunque fuera de reojo aquél misterioso paquete, así que fue a la cocina para prepararse algo de cenar. Después comer y recoger el plato volvió a su habitación y cogió la pequeña caja entre sus manos para intentar averiguar de que se trataba, pero en ese mismo instante su móvil volvió a sonar.
"No seas impaciente, seguro que la espera merece la pena, creeme. Todavía no tengo planes para mañana, ya te diré algo.ke sueñes cosas bonitas".
Parece que me vigila, se dijo a si misma antes de devolver el paquete a su lugar y dejarse caer en la cama. Había encendido la televisión pero no podía dejar de pensar en El. En su media melena negra, en esos ojos que la miraban llenos de lujuria mientras se dedicaba a llenar de su saliva cada rincón de su entrepierna...esa grandes manos que agarraban sus nalgas mientras bajaba suavemente su cuerpo haciendo que su miembro resbalase lentamente por su interior hasta que las piernas de ambos ejercían de tope y ella arqueaba su espalda hacia atrás sien que el soltara su culo. Y con este ultimo recuerdo la introdujo en un placentero sueño que provoco que al día siguiente sus sabanas amanecieran mojadas.
La mañana se le había pasado entre compras y las labores del hogar así que la primera mitad de la tarde la pasó durmiendo ya que el sueño de la noche anterior la había dejado igual de agotada que si aquello que había sucedido en sus sueños hubiera pasado en verdad. Cuando se despertó y se fue a levantar de la cama noto como sus piernas temblaban y revivió como él la había elevado hasta ponerla a horcajadas encima suyo y tras envestirla por primera vez había aprovechado que ella cerro su abrazo con las piernas al rededor de su cintura y los brazos en el cuello para levantarse y dedicarse a hacerla saltar encima suyo mientras la agarraba fuertemente del culo.
Cuando se despertó y miro el despertador que tenia al lado de la cabecera pego un salto. Se había quedado dormida y apenas tenía tiempo de arreglarse antes de salir corriendo hacia el restaurante en el que iban a cenar sus amigas y ella. Pasó por delante del paquete sin reparar en el de camino al baño. Solo se acordó de el al verlo reflejado en el espejo mientras intentaba domar su pelo alborotado.
Dejo el cepillo sobre la encimera del lavabo y fue a por la pequeña caja movida por las ganas de saber que contenía en su interior. Desenvolvió el embalaje con cuidado y lo que encontró dentro la sorprendió y la excito a partes iguales. Sacó las bolas chinas de la caja y se quedó mirándolas mientras la frase que él solía repetirle asomaba de nuevo a su memoria, "me encanta hacer que te corras así". Todo su cuerpo se estremeció y noto como la boca se le secaba pensando en los juegos que El tendría preparados para ella y su nuevo juguete. Se dio media vuelta y buscó su móvil hasta encontrarlo encima de la almohada, pero cuando se acercó para cogerlo y enviarle un mensaje vió que una vez más se le había adelantado. De nuevo otro escalofrío desde los tobillos hasta la nuca. Esa sensación de que era él quien llevaba el control de sus encuentros sexuales la excitaba sobremanera, la mera idea de pensar en todo lo que podría tener preparado para ella, cómo la vez en que le abrió la puerta y según entro la beso apasionadamente hasta casi dejarla sin aliento. Para cuando quiso darse cuenta su espalda estaba contra la pared y aprovecho ese momento de relajación para deslizar un antifaz hasta sus ojos impidiéndole que viese cualquier cosa de lo que a continuación sucedería. Tan solo le quedó tumbarse en la cama y esperar un lametón por la pierna, una caricia por la parte interna de sus muslos, un dedo apartando el tanga para dejar el camino libre...
No sabía cómo pero su mano había hecho descender las bolas chinas y ahora notaba su suave tacto contra la piel de sus ingles. Abrió el mensaje "me imagino que ya habrás abierto tu regalo, espero que te guste. Me gustaría que te las pusieras esta noche para salir y probarlas. Espero que disfrutes".
Estaba sonriendo, él tenía la curiosa habilidad de ponerla a cien tan solo con un mensaje. Y su imaginación empezó a volar.
Volvió al baño con su regalo en la mano ligeramente mojado por su excitación. Encima del radiador encontró la ropa que había elegido para salir aquella noche y volvió a sentir que se le erizaba el bello de todo el cuerpo. Dejó que la toalla callera al suelo y observo sus pezones en el espejo. Estaban duros e increíblemente sensibles, el ligero roce de un mechón de su cabello la hizo morderse el labio. Sin proponérselo la mano que sostenía las bolas chinas estaba entre sus piernas, notaba el calor de su deseo en la yema de los dedos, y no le costó trabajo introducirlas en su entrepierna ya húmeda por completo. Un primer golpe de placer hizo que sus piernas se cerraran por si solas, lo que empujo el juguete aun más adentro y consiguió sacarle un leve suspiro. Sus manos se aferraron al lavabo y vio en su reflejo como el rubor asomaba a sus mejillas.
Cogió los leggins imitación piel y comenzó a ponérselos aguantando el calor que subía desde sus muslos cada vez que apretaba sus piernas al agacharse. Sus manos se entretuvieron acariciando sus tobillos, recorriendo las piernas mientras la tela se ajustaba a ellas y el calor ceso un instante al separar las piernas para terminar de subirlos, haciendo que se pegaran a sus ingles y a su sexo, manteniendo bien adentro las bolas chinas. Terminó de vestirse y volvió a la habitación, gozando con cada paso, para ponerse los zapatos, pero al sentarse en la silla no pudo evitar que de su boca brotara un pequeño grito al sentir las bolas chinas apretarse contra las paredes de su sexo.
Apoyo las manos en el asiento para elevar su culo hasta que los brazos comenzaron a temblarle. Volvió a sentarse lentamente, su respiración se aceleraba, su vientre se contraía y comenzó a jadear superficialmente. Se acomodo ligeramente moviendo el culo adelante y atrás y se calzo para incorporarse rápidamente, pero al hacerlo sus glúteos se contrajeron, las piernas le fallaron y callo sentada sobre la silla corriéndose sin pretenderlo, clavando las unas en la silla y apretando el culo contra el asiento para prolongar el placer que inundaba su cuerpo y le cortaba la respiración.
Se había recompuesto como había podido y se dirigía apresuradamente al restaurante donde sus amigas llevaban diez minutos esperándola. Su primer mensaje había sido el habitual entre ellas, "tarde para variar ¿no?", pero el paso al que caminaba hacia que las bolas chinas se frotasen en su interior y eso volvía a ponerla a cien.
Su móvil vibró en el bolso y lo saco mientras repetía "ya va, ya va", pero no era ninguna de sus amigas.


"¿Si? ¿Quien es?"
"El lobo jaja, ¿estás con tus amigas ya?"
"No, llego tarde por tu culpa, tu regalito..."
"¿Mi regalito? Encima de que uno tiene detalles con su chica... ¿que ha pasado?"
"¿Que va a pasar? Me he corrido mientras me ponía los zapatos, justo antes de salir de casa"
"¿De verdad? Mmm que bien suena eso, ¿y no te gustó?"
"Claro que me gustó" 


Se dió cuenta de que la gente la miraba de forma extraña, al parecer no entendían por que aquella chica que parecía llevar tanta prisa hablaba entre susurros por el móvil.


"Oye llego tarde, ¿nos vemos esta noche?"
"Puede que si, además tengo una sorpresa para ti"


¿Otra sorpresa? pensó para sí misma después de despedirse y atravesar la puerta del restaurante en el que iba a cenar.
La cena transcurrió tranquila, aunque tuvo que ir en varias ocasiones al servicio para refrescarse. Cada cruce de piernas, cada roce de sus muslos devolvían a su cabeza el orgasmo alcanzado en su casa y elevaban la temperatura de su cuerpo. Sus amigas charlaban de sus trabajos y de sus últimas aventuras mientras ella pensaba en la siguiente sorpresa que le tenían preparada para esa noche. A pesar de que su cabeza especulaba con distintas posibilidades era consciente de que seguramente no acertaría con ninguna así que decidió olvidarlo y disfrutar de la conversación que ocupaba a sus amigas. 
Al terminar la cena, y tras pagar en la barra, salieron del restaurante camino del casco antiguo de la ciudad, una zona donde se encontraban la mayoría de bares a los que tenían la costumbre de ir cuando salían todas juntas. Al salir del restaurante volvió a notar su regalo, olvidado en la última parte de la cena, moviéndose en su interior y sonrió mientras pensaba en cuantas de sus amigas abrían hecho algo así. Una de sus amigas se acerco por detrás sin que ella se diera cuenta y salto sobre su espalda. A ella se le escapo un pequeño grito de gusto al apretarse las bolas contra sus muslos, lo que hizo que su compañera se bajara igual que había subido y se quedara extrañada al tiempo que la miraba de arriba a abajo.


"¿Te he hecho daño?" Le pregunto su amiga.
"No tranquila, ha sido el susto"


Su amiga pareció quedarse satisfecha con la explicación por lo que continuaron su camino. Pero ella volvía a estar ardiendo y no paraba de fantasear con El.
Pensó en el olor de su cuello mientras lo besaba, en el tacto de su pantalón a través de su vestido cuando se arrimaba a él de espaldas moviendo su culo en círculos... Y el trayecto hasta el primer bar se le paso entre mordiscos en el labio y caricias en su sexo duro y excitado.
Pidieron en la barra y alegando que la ultima botella de vino de la cena estaba punto de salir se fue al baño para echarse un poco de agua por el cuello e intentar sofocar aquél calor que la llevaba acompañando durante toda la velada. Después de refrescarse su mano derecha coloco el llamador de ángeles que su abuela le había regalado entre sus pechos y le sorprendió comprobar cómo estos reaccionaban al suave paso de sus dedos. Antes de que pudiera darse cuenta su otra mano bajo hasta la goma de sus leggins y desde allí su dedo corazón descendió lentamente hasta tropezarse con la humedad que empapaba su entrepierna. Cuando parecía que empezaba a conseguir contener las ganas de cerrar una les las puertas de los urinarios tras ella y dedicarse a terminar lo que las bolas chinas terminaran en su casa antes de salir, una punzada de un placer tan bestia como no lo había sentido nunca antes clavo sus dedos a la blanca encimera del lavabo y la hizo doblarse hacia delante mientras se concentraba para no gritar. Las bolas chinas habían comenzado a vibrar en su vagina y no paraban de moverse la una alrededor de la otra. "Pero como puede ser...", pero la vibración aumento ligeramente ahogando sus pensamientos en el deseo de mas. Al parecer lo que ella juzgo como unas simples bolas chinas eran también un vibrador con mando a distancia. "Así que esta es tu segunda sorpresa..." Pensó mientras caía en la cuenta de que El debía estar en el bar para poder accionar el mando.
Salió del baño aun agitada debido a que el consolador se movía todavía más al caminar ahora que vibraba y recorrió aquella parte del bar con la mirada en su busca. No lo encontró, por lo que regreso junto a sus amigas echando un vistazo por encima del hombro cada pocos pasos.
La intensidad subió un punto más mientras apuraban el primer cubata y todas revoloteaban al son de la música mientras ella intentaba pasar desapercibida moviéndose lo justo para mantener a raya su calor corporal y comprobar cada cierto tiempo que El seguía sin aparecer. 
Una de sus amigas se acerco a ella acompañada del cambio de canción para arrimarse lentamente y comenzar a acariciarse contra su espalda.


"¿Que haces loca?" Preguntó nerviosa porque notara las vibraciones que la estaban poniendo a mil. 
"¡Tranquila! solo quería bailar contigo por que le tengo echado el ojo a ese moreno de la barra, no para de mirar hacia aquí" le contestó ella mientras la giraba de la cintura para que viera de quien hablaba. 
Su amiga tenía buen ojo, sin duda, pero una nueva subida de la potencia del vibrador acompañada de un cambio de compas en la regularidad la hizo olvidarse rápidamente de aquel moreno de ojos oscuros al que su amiga quería atraer y girarse para buscar a su amante de nuevo. Sin duda estaba por allí cerca, y parecía que el hecho de verla bailar con su amiga lo había motivado a procurarle más placer... Así que decidió seguirle el juego a su amiga para ayudarla a conseguir su presa, tal vez de esa manera la suya saliera a la luz.
Deslizó sus manos por el ceñido vestido negro de su amiga y la hizo girar suavemente hasta dejarla de espaldas a la barra. Sus brazos se enroscaron del todo a la cintura de su amiga y aprovecho el ritmo lento de la canción para pegarse a ella y así moverse las dos al mismo son, deslizándose lenta y sensualmente hacia uno y otro lado. Su amiga acaricio con las manos sus brazos y los separo hasta colocarlos sobre las caderas para inclinarse después ligeramente hacia delante y ponerse a contonear el culo mientras miraba por encima del hombro hacia la barra con sonrisa picarona.
Pero el vibrador seguía haciendo de las suyas, cada roce del culo de su amiga hacia que las bolas chinas se agitaran y la obligaran a morderse el labio para no jadear, y en dos segundos planeo como deshacerse de su amiga y ayudarla al mismo tiempo: volvió a agarrarla de la cintura, esta vez mas fuerte, e hizo que las dos giraran rápidamente hasta soltarla delante del moreno que la recogió de una mano y se puso a bailar con ella.
A raíz de la vuelta tan rápida ella también se tambaleo durante unos segundos, y cuando estiro uno de los brazos para intentar recuperar el equilibrio una mano la agarro y tiro de ella hacia un rincón de la pista de baile. 
El desconcierto inicial, mezclado con el placer proporcionado por el vibrador, dio paso a un intercambio de miradas de excitación entre Él y ella. Por fin había salido de las sombras, por fin la sujetaba entre sus fuertes brazos, por fin podía dejar de fingir que estaba a punto de correrse. Abrazo su cuello y se colgó de el pasando sus piernas alrededor de la cintura de Él, lo que hizo que el vibrador se apretara más de lo que lo había echo en toda la noche. Pero ya no le importaba lo que pudieran pensar los demás, estaba con su amante, y las ganas de desnudarlo y de disfrutar de su vientre plano y duro y de sus moldeadas piernas eclipsaban cualquier atisbo de vergüenza. 


"Tengo tantas ganas de ti que no se si podre aguantar hasta que lleguemos a mi casa" le grito al oído para hacerse escuchar por encima de la música. 
"Tranquila, eso tiene fácil solución" le contestó Él al tiempo que la ponía delante de él y la guiaba entre la gente aprovechando los momentos en los que debían detenerse para dejar pasar para darle una palmadita en el culo o arrimar su pantalón contra ella.


Llegaron a una puerta de la que colgaba un letrero de "privado".
Ella se giró para preguntarle si era aquel su destino pero él la detuvo con un beso tan dulce que mientras Él abría la puerta con una llave que saco del pantalón ella seguía aun con los ojos cerrados y su lengua relamía el sabor de sus labios.
Una vez dentro, y después de haberse asegurado de cerrar con llave El le contó que aquella sala era para un apartado que tenia la discoteca para fiestas "vip", y que al ser el dueño amigo suyo desde la infancia le había regalado una copia de la llave al abrirla.


"Así que ahora somos gente "vip" dijo ella mirando cómo se encaminaba hacia una pequeña barra situada al otro extremo de la sala.
"Exacto" contestó el al tiempo que sacaba una botella de champan y la introducía en una cubitera con unos cuantos hielos. "siéntete como en casa, ponte cómoda" y le señalo uno de los tres bancos acolchados de los que disponía la sala "vip".


Ella le hizo caso y se sentó en uno de los dos que se encontraban frente a un gran espejo de marco dorado que colgaba de la parece.


"¿Tu esto lo has hecho antes verdad?" Le preguntó mientras Él serbia dos copas de champan.


Dejó la botella en la cubitera de nuevo y le ofreció una de las copas.


"puede que si..." Y apretando un botón de la pared hizo que la luz se atenuara y comenzara a sonar música de fondo.


No necesitaba preguntar mas, lo único que necesitaba saber es que se moría por desnudarlo, que a pesar de que Él hubiera detenido el vibrador seguía moviéndose cada vez que cruzaba las piernas, o se sentaba, que su piel estaba ardiendo y casi podía distinguir el olor de su deseo...
Dejo la copa encima de la pequeña mesa redonda que estaba entre los dos y se sentó en sus rodillas, recostando su espalda en su pecho para así poder situar sus labios a la altura de su oído, y tras juguetear un instante con su lengua en el cuello le susurro...


"No te puedes imaginar lo mojada que llevo toda la noche, tu regalito me ha puesto a cien..."


El deslizó una de sus manos por debajo de la goma de sus leggins y saco el pequeño vibrador tirando de la cuerda, 


"pues ya no necesitas esto para hacerlo, ahora me tienes a mí para terminar el trabajo", y dejó el vibrador, completamente mojado, entre las dos copas de champán.


A partir de ese momento las ropas volaron hasta quedar repartidas por todo el suelo de la sala, las caricias iban, los lametones venían, ella se arrodillaba frente a sus piernas para saborearlo todo, el agarraba su cabeza para levantarla y tumbarla sobre la mesa...las copas de champán se derramaron salpicándole los pechos y El aprovecho para beber de ellos, y dejarlos bien secos antes de levantar sus piernas y tirar de ellas hacia su cuerpo para comenzar con el verdadero juego, y no pararon hasta que la habitación comenzó a darles vueltas mientras ambos dos llegaban a sincronizar sus jadeos y se decían con los ojos que estaban disfrutando como niños.
Cuando terminaron el se quedo acariciando su espalda, se inclino hacia ella y le dijo...


"Espero que te haya gustado el regalo".

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